Federico Mühlenberg

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martes, 22 de febrero de 2011

Lanzadera espacial

La idea de un planeador impulsado por cohetes es tan antigua como las primeras máquinas voladoras. Los intentos de construir algo similar, incluso con otros fines, se remontan a los años 1920, cuando la moda de los cohetes invadió Europa.




En 1928 Friedrich Stamer logró volar a lo largo de un kilometro en un pequeño planeador impulsado por dos minúsculos cohetes. Un año después Fritz von Opel, el magnate de los coches, voló en un planeador casi igual un kilómetro y medio en las cercanías de Frankfurt. El planeador, impulsado por 16 cohetes a combustible sólido, alcanzó la velocidad de 153 km. horarios y logró permanecer en el aire durante 75 segundos.A mediados de los años 1930 Werner von Braun, un joven científico alemán destinado a convertirse en uno de los padres de la astronáutica, estudiaba la posibilidad de realizar un planeador con propulsión por cohetes. Los estudios estaban sobre todo dirigidos al desarrollo del motor-cohete para realizar misiles balisticos.Dos fueron los planeadores que se experimentaron: el Heinkel 176, el primer aeroplano impulsado por cohetes, y la famosa V2. Pero el grupo de científicos que trabajaba con von Braun fue más allá: proyectó un cohete de dos secciones capaz de atravesar el Atlántico.
La primera sección fue llamada "A10", la segunda, "A9" y estaba provista de alas. La A9 había sido ideada para llegar a Nueva York llevando en su bodega una mortífera carga de una tonelada de explosivo de alta potencia.

Aunque este cohete transatlántico nunca llegó a ser realidad, el proyecto fue, en la práctica, un primer intento para realizar una aeronave impulsada por cohetes.
Un desarrollo más ambicioso y sofisticado de esta idea fue

propuesto en los años 1940 por el ingeniero vienés Eugen Sanger, que proyectó otro bombardero planeador impulsado por cohetes. La aeronave habría debido alcanzar una altura de 161 km. a una velocidad de 6 km/seg., y habría entrado en la atmósfera bajando como un planeador. Gracias al cálculo de un determinado ángulo de planeo, habría logrado recorrer algo así como 15.000 km.Este estudio, nunca llevado a la práctica, sirvió de inspiración al proyecto de la Air Force denominado "Dyna Soar", más adelante rebautizado "X-20". Se trataba de un planeador con una longitud de 10 m., con pequeñas alas delta y dos alerones gemelos verticales en los extremos de las alas. Puesto en órbita por un transportador "Titan lll", el "X-20" debía volver a entrar en la atmósfera y planear horizontalmente.

A comienzos de los años 60, el proyecto "Dyna Soar" fue abandonado porque la NASA llevó adelante el programa espacial con hombres a bordo. De todos modos la aeronave supersónica "X-20" quedó como el prototipo para los sucesivos experimentos y, en la práctica, es el punto de partida de la idea que llevará a la realización del Space Shuttle y los sucesivos transbordadores espaciales.
Los proyectos preliminares de la lanzadera espacial también sufrieron la influencia de otra vieja propuesta: el avión de pasajeros intercontinental ideado por Aalter Dornberger y Kraft Ehricke. Se trataba de un planeador formado por dos aeroplanos con alas delta. La primera sección, más grande, era impulsada por 5 cohetes; la segunda, que debía albergar a los pasajeros, por 3 cohetes; 130 segundos después del lanzamiento, las secciones se separarían: el cohete auxiliar volvería a tierra, mientras la segunda sección continuaría el viaje a una velocidad de 13.500 km/h. y a una altura de 44 km., para después empezar a planear.
En el transbordador espacial, después de haber despegado como un cohete, la nave se separaba del transportador para seguir su viaje orbitar alrededor de la tierra y retornar planeando sin utilizar motores.
Los tests sobre el prototipo del Shuttle Orbiter Enterprise (la lanzadera fue llamada así en homenaje a los millones de fans de la serie televisiva de ciencia-ficción Star Trek) comenzaron en febrero de 1977 en el Dryden Flight Research Center de la NASA, en la base de Edwards, California. El Enterprise fue colocado en el dorso de un Boeing 747, especialmente modificado para realizar una serie de ensayos de vuelo, primero sin tripulación y después con hombres a bordo.
El primer ensayo de vuelo libre con tripulación fue realizado el 12 de agosto de 1977, cuando los astronautas Fred W. Haise y C. Gordon Fullerton, abandonaron el avión-madre, planearon y aterrizaron sin problemas después de un vuelo iniciado a unos 7.000 metros de altura.


SATURNO Y LAS SONDAS VOYAGER
Saturno, el sexto planeta del Sol, está en órbita a una distancia de 1.430 millones de kilometros y es el segundo en tamaño de nuestro sistema solar. Muchos misterios relativos al señor de los anillos han sido desvelados gracias a las sondas espaciales Voyager 1 y 2, que han convertido en obsoletos hasta algunos datos enviados en 1979 por la sonda Pioneer 11.
Saturno, como su gigantesco vecino Júpiter, posee, con toda probabilidad, un núcleo rocoso e incandescente. Sin embargo esto no significa que sea un planeta caliente: el corazón candente de Saturno está rodeado por una densa cubierta de hidrógeno sólido, alrededor del cual hay una capa de gas líquido y hielo que provocan, en la nubosa atmósfera que envuelve su superficie, temperaturas muy bajas.
En cuanto a su atmósfera, un mortífero combinado de hidrógeno, helio, amoníaco y metano, puede decirse que es menos turbulenta que la de Júpiter, pero no por esto completamente tranquila. La notable velocidad de rotación de Saturno alrededor de su eje (el día saturniano sólo dura diez horas y catorce minutos) hace que esté recorrida por cinturones de gases multicolores, cuyo único valor es el de convertir al planeta en variopinto a los ojos de los astrónomos.
No obstante, lo que más ha fascinado y llamado la atención de los estudiosos por más de trescientos años, son los famosos anillos. A medida que eran descubiertos, los anillos han sido bautizados con las primeras letras del alfabeto por lo que no indican, en la sucesión, su posición real con respecto al planeta. Su secuencia, partiendo del planeta y yendo hacia afuera es, en efecto: D, C, B, A, F y E. La sonda Voyager 1, durante su cercano encuentro con Saturno, envió espléndidas imágenes de los anillos, poniendo en evidencia que, en realidad, otros centenares de pequeños anillos estaban comprendidos entre los viejos anillos A, B y C, invalidando así la teoria que consideraba a estos tres anillos como un único disco de materia.
El Voyager 1 ha revelado, además, que el anillo F, descubierto en 1979 por el Pioneer 11, está a su vez fraccionado en tres partes, recorridas por pequeños anillos, y ha confirmado la existencia del anillo D al que ha fotografiado durante su paso a través de la sombra de Saturno. También el tenue anillo E, visible desde la Tierra cada quince años, cuando Saturno está en una determinada posición con respecto a nuestro planeta, ha sido observado por el Voyager 1.
En lo que respecta a la composición de los anillos, con un ancho total de 65.000 km. y con un grosor de sólo algunos km. , se piensa que están formados por bolas de nieve heladas o por rocas recubiertas de hielo, cuyas dimensiones varían desde algunas micras a un metro de diámetro.





Pero los descubrimientos del Voyager 1 no terminaron aquí. También en lo relativo a los satélites de Saturno la sonda de la NASA nos ha enviado excepcionales informaciones. Hasta el día de su encuentro con Saturno se sabía que el planeta de los anillos tenía una decena de lunas, de las cuales la más próxima era Jano, la más distante Febo y la más interesante, por las dimensiones y atmósfera, Titán.
En sólo doce horas de observación del Voyager, los satélites de Saturno se han convertido en 15. La sonda había fotografiado, efectivamente 6 pequeñas lunas, algunas de las cuales eran observadas por primera vez. Dos de ellas, los satélites número 10 y 11, están situados en la misma órbita a 91.000 km. de Saturno. En cambio, poco se sabe todavía de los satélites número 12, 13, 14 y 15, excepción hecha de la trayectoria de sus órbitas.
Las sondas gemelas Voyager 1 y 2, fueron hechas en tiempo útil para aprovechar la "ventana de lanzamiento" de 1977. En aquel año, gracias a la alineación de los planetas externos, fue posible aprovechar su fuerza de gravedad para enviar sondas espaciales en misión a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. El campo gravitatorio de un planeta habría impulsado a la sonda hacia el planeta sucesivo, supliendo así la necesidad de una gran reserva de combustible, indispensable para llevar a cabo un viaje tan largo.
Completamente automáticas, las sondas Voyager debían estar en contacto con tierra a través de monitores, pero también debían ser notablemente autónomas y tener la capacidad de modificar por sí mismas si fuera necesario, su propia ruta. Cada sonda funciona con 400 vatios de energía eléctrica proporcionada por generadores nucleares, mientras la transmisión de los datos a través de los millones de km. que separan a los Voyager de la Tierra, está asegurada por un transmisor de sólo 25 vatios, la potencia de una pequeña bombilla familiar.
Un dato anecdótico: el encuentro del Voyager 1 con Saturno comenzó el 22 de agosto de 1980 y se concluyó el 12 de noviembre del mismo año, cuando la fuerza gravitatoria de Saturno modificó la trayectoria de la sonda impulsándola fuera del plano elíptico. El Voyager 1, que también ha explorado los satélites internos de Saturno (Mimas, Encéladus, Tetis, Dione, Rhea), mostrando que casi todos tienen una superficie similar a la de nuestra Luna, entró en una trayectoria hacia fuera de nuestro sistema solar. En cambio, el Voyager 2, siguió su trayectoria para un encuentro con Urano.

1 comentario:

  1. ISS, por qué nadie le pregunta a un astronauta a que huele cuando están en los hasta ahora de aire-pestilentes viajes astronáuticos. Si quieren que vayamos al Universo, ya pueden ir inventando un Purificador-Aire-Baño, porque sino solo seguirán yendo los de congestionada nariz astronautas. El AIRE-LIMPIO es tan importante, tan vital. Peste no gracias.

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