Es oficial: ya podemos gritar a viva voz que conocemos más de medio millar de planetas extrasolares. Tras el descubrimiento de HIP 13044 b, la lista de exoplanetas alcanza ahora los 501...y sigue aumentando. Hemos recorrido un largo camino desde aquel 6 de octubre de 1995 en el que Michel Mayor y Didier Queloz anunciaron al mundo la existencia de un planeta alrededor de 51 Pegasi, un gigante gaseoso situado a menos de ocho millones de kilómetros de distancia de su estrella. Cuando se hizo pública la noticia, muchos pensaban que se trataba de un error. Un planeta gaseoso no podía existir tan cerca de su estrella, porque, como todo el mundo sabe, estos cuerpos se forman en las regiones frías de los sistemas estelares, donde el hidrógeno y el helio se pueden condensar sin problemas.
Hace quince años que se descubrió el primer exoplaneta (NASA).
Como otras tantas veces en la historia de la ciencia, un nuevo descubrimiento generó nuevas preguntas y nos enseñó que el universo siempre será más fascinante de lo que nuestra limitada imaginación pueda vislumbrar. Quince años después, sabemos que los planetas como 51 Pegasi -júpiteres calientes, como los llamamos ahora- son relativamente comunes...como todo el mundo sabe. Cierto es que poco antes de este descubrimiento se había demostrado que, en contra del sentido común, un gigante gaseoso podía sobrevivir a las infernales temperaturas que encontramos en las cercanías de una estrella, todo un bello ejemplo del método científico en funcionamiento.
En estos quince años hemos descubierto mundos asombrosos. Supertierras comoCoRoT-7b -posiblemente un inmenso infierno volcánico- o gigantes como Kepler-7b -un planeta "inflado", con sólo la mitad de la masa de Júpiter pero con el doble de su tamaño-. Extraños planetas que orbitan cadáveres estelares millones de años después de que su estrella haya explotado como supernova -técnicamente, los primeros exoplanetas en ser descubiertos-. Conocemos la existencia de sistemas planetarios múltiples (Gliese 581 o55 Cancri) que harían las delicias de cualquier escritor de ciencia ficción. Se han estudiado cuerpos con órbitas imposibles (HD 80606b), más propias de los cometas que de un "auténtico" planeta. Hemos visto gigantes gaseosos en formación (Fomalhaut-b) y mundos que quizás estén completamente cubiertos por océanos. Si te preguntas por qué la mayoría de estos 500 mundos son gigantes gaseosos que orbitan su estrella a cortas distancias, la respuesta es que se trata de un simple sesgo de los métodos de detecciónactuales.
La mayoría de exoplanetas descubiertos hasta la fecha son grandes gigantes gaseosos que orbitan muy cerca de su estrella (ESA).
Casi todos los exoplanetas descubiertos se encuentran a menos de 300 años luz de la Tierra (Wikipedia).
Hasta hace quince años, cuando contemplábamos el cielo estrellado intuíamos la presencia de otros planetas allá afuera, pero no podíamos asegurar su existencia. Hoy sabemos que están ahí. Pero, por ahora, el gran premio se nos resiste. Todavía no hemos sido capaces de detectar una exotierra, un mundo del tamaño del nuestro situado en la zona habitable de su estrella. Por suerte, sólo es cuestión de tiempo. Dentro de unos años, el telescopio espacial Kepler confirmará la presencia de varias exotierras. Entonces, podremos decir con seguridad que los planetas terrestres son comunes...como todo el mundo sabe.
En algún lugar existen mundos similares a éste (NASA).
Hace quince años que se descubrió el primer exoplaneta (NASA).
Como otras tantas veces en la historia de la ciencia, un nuevo descubrimiento generó nuevas preguntas y nos enseñó que el universo siempre será más fascinante de lo que nuestra limitada imaginación pueda vislumbrar. Quince años después, sabemos que los planetas como 51 Pegasi -júpiteres calientes, como los llamamos ahora- son relativamente comunes...como todo el mundo sabe. Cierto es que poco antes de este descubrimiento se había demostrado que, en contra del sentido común, un gigante gaseoso podía sobrevivir a las infernales temperaturas que encontramos en las cercanías de una estrella, todo un bello ejemplo del método científico en funcionamiento.
En estos quince años hemos descubierto mundos asombrosos. Supertierras comoCoRoT-7b -posiblemente un inmenso infierno volcánico- o gigantes como Kepler-7b -un planeta "inflado", con sólo la mitad de la masa de Júpiter pero con el doble de su tamaño-. Extraños planetas que orbitan cadáveres estelares millones de años después de que su estrella haya explotado como supernova -técnicamente, los primeros exoplanetas en ser descubiertos-. Conocemos la existencia de sistemas planetarios múltiples (Gliese 581 o55 Cancri) que harían las delicias de cualquier escritor de ciencia ficción. Se han estudiado cuerpos con órbitas imposibles (HD 80606b), más propias de los cometas que de un "auténtico" planeta. Hemos visto gigantes gaseosos en formación (Fomalhaut-b) y mundos que quizás estén completamente cubiertos por océanos. Si te preguntas por qué la mayoría de estos 500 mundos son gigantes gaseosos que orbitan su estrella a cortas distancias, la respuesta es que se trata de un simple sesgo de los métodos de detecciónactuales.
La mayoría de exoplanetas descubiertos hasta la fecha son grandes gigantes gaseosos que orbitan muy cerca de su estrella (ESA).
Casi todos los exoplanetas descubiertos se encuentran a menos de 300 años luz de la Tierra (Wikipedia).
Hasta hace quince años, cuando contemplábamos el cielo estrellado intuíamos la presencia de otros planetas allá afuera, pero no podíamos asegurar su existencia. Hoy sabemos que están ahí. Pero, por ahora, el gran premio se nos resiste. Todavía no hemos sido capaces de detectar una exotierra, un mundo del tamaño del nuestro situado en la zona habitable de su estrella. Por suerte, sólo es cuestión de tiempo. Dentro de unos años, el telescopio espacial Kepler confirmará la presencia de varias exotierras. Entonces, podremos decir con seguridad que los planetas terrestres son comunes...como todo el mundo sabe.
En algún lugar existen mundos similares a éste (NASA).
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